¿Cómo enseñar a un/a preescolar a gestionar sus emociones?
Terribles dos años, tres años, temibles
cuatro años... Esos años, marcados por rabietas y berrinches que no
hacen sino rebelarnos que nuestros y nuestras peques todavía no han
aprendido a regular y gestionar sus emociones. Es, sin embargo, la edad
ideal para empezar con la educación emocional, tanto en casa con en el
jardín de infancia.
1. Nombrar emociones
Las emociones son como un fuego: si intentas apagarlo de golpe con un
vaso de agua fría, según su tamaño, puede que lo consigas o puede que,
al contrario, empores el asunto gravemente y se te queme la casa. Vale:
del mismo modo, las emociones no se reprimen. Se identifican y se
gestionan de la mejor forma posible: los niños y niñas, a esta edad, no
tienen dicha capacidad. No es que NO QUIERAN gestionar bien un berrinche
por chincharte a ti, es que todavía no pueden: no está en su patrón de desarrollo y es algo normal. Dejando claro esto, ¿cuál es tu papel? Enseñar a esa personita tan pequeña qué siente:
"estás triste porque tu amigo se ha ido a su casa", "veo que te has
enfadado con tu amiga", "pareces muy contento por el regalo de tu
abuelita", "estás frustada porque no puedes ir a la playa en Enero", "te
sientes decepcionado porque el dibujo no te ha salido como querías pero
a la próxima saldrá mejor", "el ruido ha sido muy fuerte y estás
asustada".
2. Normalizar
Las emociones son adaptativas: no son malas en sí ni
buenas en sí. A veces son útiles y a veces no: son alertas. Lo que puede
estar mejor o peor no es la emoción sino la forma en la que se gestiona
(de acuerdo al nivel y posibilidades de desarrollo de cada niña y niño,
claro): por lo tanto, hay que normalizar emociones "negativas", que
causan malestar, y no estigmatizarlas como algo a apagar cueste lo que
cueste y a esconder debajo de la alfombra. Jamás. "Todo el mundo se
siente triste, alterado, tiene miedo, etc. a veces". Entender que lo que
le pasa es algo común, que no es un bicho raro, es mucho más
tranquilizador que un "ea, ea, no llores" ni un "tranquilízate".
Lógicamente, a nadie le gusta un berrinche épico en la vía pública: ese
es un buen momento para educar en inteligencia emocional.
3. Estrategias
Todo el mundo puede controlar el modo en el que expresa sus emociones, pero no puede controlar sus emociones
(y, como hemos dicho, intentar apagar fuegos con gotas de agua pues no
da muy buen resultado). Podemos experimentar ansiedad cuando tenemos que
entregar un trabajo en un plazo corto de tiempo, ¿Verdad? ¡Eso no
implica que nos pongamos a gritar, llorar y correr en círculos alzando
los brazos! Cómo gestionamos nuestras emociones es algo que
depende de nuestra educación emocional, y es obvio que no todo el mundo
ha corrido la misma suerte y que, a veces, tienen que emprender ese
camino tan arduo en la edad adulta que, de haberse recorrido a su
tiempo, no sería tan duro. Por ejemplo: "entiendo que estés enfadada, pero no puedes pegar a tu hermano pequeño por ello: puedes golpear esta pelota".
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